martes, 2 de abril de 2013

El valle


Donde guerrea una pátina de frío
con el rescoldo del ojo
se hibrida un cuerpo con los restos
del pensamiento
En la punta roma de un muñón pulido
por el recuerdo vago de sostener una cabeza
que jamás estuvo entre los hombros
se les puede ver haciendo sus petates
Meten hierba calada por el último verde
flores que no morirán más
canciones cristalizadas por la respiración
de un sólo movimiento
que al vaciarse deja su forma apoyada contra los labios
para poder llegar a tiempo a la memoria
Meten lágrimas de viento y fuego
en el cuero aún sin curtir
para que se curtan juntos dentro y fuera
Hay un trajín lento como si se estuviese discurriendo un anagrama
para la ausencia que viene
todas las cosas están llenas de su peso
y habrá que levantarlas de raíz
y plantarlas después sobre la oscuridad herida
allá
donde mira aquel
que no tiene dónde meter nada
y ríe con los ojos cerrados