lunes, 29 de octubre de 2012

El que baila


No hay un sol múltiple
el color de las sábanas lavadas por el pensamiento
disminuye el oleaje

Se mira el ropaje
es negro
es gris
es blanco
su ropaje fluctúa por el valle Los árboles
de irreconocible raza
se inclinan porque canta el viento
Cuando sus copas toquen la hojarasca
el mar dará su tono
los abismos anotarán en su seso el arabesco de cada grieta
y la orientación de la oscuridad manipulada por la erosión

Por el seno del peristilo con un vaso
que lleva una gota en su cristal errante
avanza colma dura integra
porciones de separación al plumaje de su lengua

Llora sobre su mano
que es la lupa de la muerte
bebe
de su mano luz sin fuente ni rayo

sólo una estirpe blanda que calza los poros del silencio
para caminar debajo de cada huella
donde posó la vida
y jamás estuvo