martes, 5 de marzo de 2013

Meado sobre polvo


Estábamos todos dentro del mismo cuerpo
No nos arrimábamos a la corriente
Estábamos solos dentro del mismo cuerpo
Nos lo dábamos a comer y a beber
Nuestra casa crecía nos llamábamos a gritos con las manos
Siempre el mismo amanecer todos los crepúsculos distintos
Como dados a luz por una madre con un número infinito de matrices
La oscuridad era el rumor de un río dentro del cuerpo
No nos lavamos en el río nunca
No bebimos sino del cuerpo quieto
Eran hermosas las manos desperezándose en la orilla
blancas y lentas como la agonía
Caminábamos dentro del cuerpo haciendo percutir nuestros nombres
al agacharnos para tomar una mano y menguar
Cada vez más próximos a nuestro nombre cada vez más corto nuestro nombre
Ni eco tenía dentro del cuerpo
Aquí aquí se oía
en los recodos del cuerpo y nos asesinábamos para que no nos odiase la corriente
Porque es sabido que si te odía la corriente
el río escupe tu nombre al revés
en los labios del cuerpo y la sed no te deja entrar
y jamás has estado en el cuerpo
y todos los nombres son largos y los confundes con la vida