domingo, 3 de marzo de 2013

El auriga


Dulce, en el vano apoya la cuadriga
Ya no es su ama
Al abismo caen los caballos
dorados Hurga con la linterna de sus ojos
la oscuridad de la caída iluminada
y siente la cordada veloz del intestino
precipitándose con toda su carga
Ve un nudo deshecho
Ve caer cerebro, lengua... ve el velo;
ve la descomposición de las estrellas en la fosa del cielo
Ve, ve, se arroja, acude adonde está
el aliento enroscado a un dedo de piedra
que recorre los labios de la matinal sonrisa incardinada,
que cierra el párpado del sol