de noche fuimos a ver si nos cabían
los brazos en las alas de los ángeles
del cementerio
y resulta que nuestros brazos eran
mas gordos que las alas de los ángeles
así que las mermamos
con los dientes
y cuando se hizo la luz teníamos todos
la boca llena de piedra
y los brazos descarnados
hasta el hueso se veía
a plena luz
y cuando nuestros brazos iban a caber
en las alas de los ángeles
se nos llevaron al hospital
en una ambulancia que se atascó en una glorieta
así que agitamos nuestros brazos descarnados
y la hicimos volar
y después caer
y ya muertos descubrí que había una mano
al final de mi brazo
y acaricié una calavera que no cabía
en su cabeza
yo tenía la boca ensangrentada
y no pude nombrarla
así que le sellé los milagros
le puse los montes de la luna en las cuencas
la comprimí la camuflé
en una esquirla
en un copo de tiempo
y volvimos a casa
con las manos a la espalda
y el pecho atado al sol